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viernes, 2 de mayo de 2014

Paleovirología de la viruela

El antropólogo forense Scott Warnasch examina el cadáver accidentalmente desenterrado en Queens, New York. Se puede ver los restos del ataúd de metal. Todavía no sabían que esa persona había muerto de viruela. Origen de la imagen:  Sara Reardon, Nature 2014


Hace tres años comenté en este blog el hallazgo de unos restos de costra de una pústula de viruela-vacuna encontrados en una carta del año 1876. El CDC de Atlanta fue avisado y analizó dichos restos para asegurarse de que no hubiera ningún tipo de virus activo. Hubo gente que pensó que quizás eso fue un poco exagerado, pero si tenemos en cuenta la reciente noticia de que se ha "revivido" a un virus del permafrost de hace 30.000 años entonces uno empieza a pensar que quizás la acción del CDC no fue tan exagerada. Y si ya se lee el reciente artículo aparecido en Nature entonces le parecerá totalmente adecuada.

En el año 2011 se estaban poniendo los cimientos para una construcción en el barrio neoyorquino de Queens cuando los obreros realizaron un macabro descubrimiento: un ataúd de hierro con unos restos humanos en su interior. Inicialmente se pensó en que era la víctima de un crimen, pero posteriormente se estableció que en realidad debería ser alguien que fue enterrado en el cementerio de una parroquia cercana hacia mediados del siglo XIX. Se trataba de una mujer negra que vestía camisón y calcetines. Pero lo que más llamó la atención a los investigadores era que había sido enterrada en un ataúd de hierro, un auténtico lujo para la época que le tocó vivir. Ese ataúd había permitido que los restos se conservaran en bastante buen estado.

Detalle de la piel del cadáver de la mujer desenterrada en Queens. Se pueden observar los restos de las pústulas en su frente. Origen de la imagen: McCollum et al. Emerging Infectious Diseases 2014.


Al examinar el cuerpo los forenses observaron que había una serie de lesiones y de granos diseminados por todo el cuerpo. Esas lesiones y granos recordaron a Bradley Adams, el jefe de antropología forense de Nueva York, las pústulas que había visto en fotos de enfermos de viruela. Los forenses se dieron cuenta que el ataúd de hierro no era un lujo, en realidad era un contenedor para evitar que la infección se diseminara. Inmediatamente la zona de obras fue clausurada y se llamó al CDC de Atlanta para que clausurara e investigara los restos. La epidemióloga Andrea McCollum y su equipo fueron enviados a Queens y aunque suponían que era muy poco probable que hubiera algún virus activo en dichos restos se tomaron muestras para analizarlas. Los análisis confirmaron que había DNA del virus, pero estaba tan degradado que no había partículas virales activas.

Momia de Ramses V. Se supone que los granos que se observan en su rostro son restos de las pústulas de viruela. Origen de la imagen:  Sara Reardon, Nature 2014


Lo cierto es que no sería la primera vez que se han encontrado restos humanos con viruela. El cadáver más famoso en el que pueden apreciarse presencia de pústulas corresponde a la momia del faraón Ramses V, enterrado hace 3200 años. Cuando se tomaron muestras de la piel y se analizaron usando técnicas inmunológicas se encontró una pequeña reacción con anticuerpos frente a la viruela. Se piensa que es posible que el virus podría estar preservado si los restos se mantienen a baja temperatura. Durante la campaña de erradicación de la viruela se observó que el virus era muy estable si permanecía en el tejido humano. Cuando una pústula revienta, la sangre se coagula en el lugar y las proteínas fibrosas del coagulo forman un denso entramado atrapando al virus. Esas costras envejecidas eran las que se utilizaban para realizar la variolación, el precedente de la vacunación. En 1968, un grupo holandés publicó sus resultados sobre la supervivencia del virus de la viruela en costras recolectadas desde 1950 y guardadas en sobres. Comprobaron que el virus seguía activo a los 13 años, cuando se les terminaron las costras. El experimento demostró que el virus de la viruela podía sobrevivir por más de una década en un clima templado.

¿Y en un clima frío? En el año 2004 un equipo de antropólogos estaba explorando la región siberiana de Yakutia. Encontraron una tumba con cinco cuerpos momificados y congelados dentro de un ataúd de madera. Los cuerpos parecían pertenecer todos a la misma familia y todo indicaba a que murieron súbitamente a comienzos del siglo XVIII. En el mejor preservado de todos ellos encontraron restos de DNA del virus y aunque estaba muy degradado la secuencia que se obtuvo mostró que era una cepa distinta a la que circuló en Asia y Europa durante el siglo XX.

Momias siberianas de la región de Yakutia enterradas en un ataúd de madera y de las que se pudo extraer DNA del virus de la viruela suficiente para realizar un análisis filogenético. En el dendrograma puede verse que el DNA de Siberia (PoxSib) es bastante distinto del obtenido de diversas cepas del siglo XX (se indica el lugar y el año de aislamiento, por ejemplo Tanz65 es Tanzania 1965). Origen de la imagen: Biagini et al. NEJM 2012.


Supongo que en la próxima asamblea que va a celebrar la OMS para discutir si se destruyen los stocks de viruela que se mantienen en los congeladores del CDC de Atlanta y de los laboratorios VECTOR en Rusia continuarán con su decisión de seguir manteniéndolos. Lo cierto es que hay un cierto temor a que en alguna ocasión se pueda desenterrar a este virus, pero más miedo existe a que alguien mantenga en secreto algún stock del virus o que alguien intente aprovechar la secuencia genética del virus, publicada en 1990, para reconstruirlo. Y esos stocks son los únicos que hay disponibles para poder realizar nuevas vacunas o probar nuevos antivirales.


Esta entrada participa en la XXX edición del Carnaval de la Biología alojado en el blog Activa tu neurona

ResearchBlogging.org

Wolff HL, & Croon JJ (1968). The survival of smallpox virus (variola minor) in natural circumstances. Bulletin of the World Health Organization, 38 (3), 492-3 PMID: 4299528

Biagini, P., Thèves, C., Balaresque, P., Géraut, A., Cannet, C., Keyser, C., Nikolaeva, D., Gérard, P., Duchesne, S., Orlando, L., Willerslev, E., Alekseev, A., de Micco, P., Ludes, B., & Crubézy, E. (2012). Variola Virus in a 300-Year-Old Siberian Mummy New England Journal of Medicine, 367 (21), 2057-2059 DOI: 10.1056/NEJMc1208124

McCollum, A., Li, Y., Wilkins, K., Davidson, W., Paddock, C., Karem, K., Reynolds, M., & Damon, I. (2012). Poxvirus viability and signatures in historical relics International Journal of Infectious Diseases, 16 DOI: 10.1016/j.ijid.2012.05.224

Reardon, S. (2014). Infectious diseases: Smallpox watch Nature, 509 (7498), 22-24 DOI: 10.1038/509022a

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